La noción de educación es conocida por las sociedades humanas desde hace miles de años y adoptó diferentes formas a lo largo de la historia. Los prototipos de las instituciones educativas actuales como escuelas, colegios y universidades se remontan a la antigüedad, por ejemplo, el concepto de educación superior ya existía en la antigua Grecia (López, 2019). Históricamente, la escolarización también jugó un papel político y social, ya que con determinados planes de estudio, se enseñaba a los estudiantes ciertos valores que los funcionarios de sus países querían que adoptaran. Esto se hacía para moldear el comportamiento de una persona en la sociedad y hacer que actuara bajo sus reglas. Hoy en día, la atención se ha desplazado de los intereses del país a las preferencias de los estudiantes, lo que puede considerarse un progreso positivo. Además, la educación ya no debe verse como un proceso abstracto separado de la realidad, sino que debe ajustarse al mundo moderno en rápida evolución. Así pues, una buena educación escolar hoy en día constituye una experiencia de aprendizaje que se corresponde con las necesidades de un alumno concreto, tiene como objetivo garantizar su éxito futuro y se basa en profesores profesionales y en las últimas prácticas educativas.
Tradicionalmente, el propósito de la educación ha sido transmitir a los alumnos los conocimientos existentes sobre aspectos importantes de las ciencias y la cultura para ampliar su comprensión del mundo y la sociedad en que viven. Las asignaturas que se imparten en la mayoría de los colegios e institutos siguen un plan de estudios estrictamente definido que es universal para todos los alumnos y contiene información que quienes lo diseñaron consideran valiosa. En teoría, los grandes volúmenes de conocimientos sobre diversos temas y ámbitos también deben desarrollar en una persona la capacidad de encontrar las piezas de información más relevantes para sus tareas. Así, la educación tradicional pretende que los alumnos se familiaricen con el mayor número posible de detalles para que puedan elegir lo que les parezca más adecuado. Sin embargo, por desgracia, este enfoque suele confundir a los estudiantes, que se esfuerzan por comprender este propósito y, en consecuencia, empiezan a cuestionar la importancia de lo que se les enseña. Bryan Caplan (2019) afirmó que un sistema de este tipo obliga a los alumnos a aprender hechos aleatorios que serán irrelevantes en su vida. Esto hace necesario encontrar una forma alternativa de enseñar a los alumnos, y hay varias.
Como ya se ha dicho, la situación actual del mundo exige que las personas sean capaces de adaptarse constantemente a las nuevas circunstancias, lo que significa que cada vez es más difícil competir por un puesto de trabajo. El sistema tradicional de educación tiene muchas ventajas, como la variedad de conocimientos y materias, pero a menudo no responde a las necesidades y deseos de los propios estudiantes. Muchos jóvenes ya saben lo que quieren hacer en su vida a la edad de 13-14 años, pero, a veces, las esferas de su elección no están cubiertas por el plan de estudios. Esto les deja sin la oportunidad de explorar los temas de su preferencia y, además, no les proporciona la ayuda de profesionales especializados en este ámbito. Sin embargo, hay ejemplos de países que tratan de resolver estos problemas, por ejemplo, en Finlandia existe la Escuela Secundaria Superior, que fusiona la formación teórica y profesional (Dickinson, 2019). Así, los alumnos que han elegido el área de especialización que desean pueden estudiarla más a fondo en este tipo de escuelas. Así, el propósito de una buena educación es ser flexible y alinearse con las necesidades de los estudiantes.
Hace varios siglos, la alfabetización y los conocimientos básicos de aritmética eran suficientes para tener éxito y poder encontrar trabajos bien remunerados. Hoy en día, la competencia entre los trabajadores va en aumento y, para destacar, una persona necesita poseer unos conocimientos únicos. Las escuelas pueden ser una plataforma perfecta para los estudiantes que no sólo quieren ampliar sus horizontes, sino profundizar en sus conocimientos. Permitirles estudiar un campo especial durante sus últimos años en la escuela puede ser una buena estrategia que les permita prepararse para la universidad con mayor eficacia. Además, ahorra a los estudiantes mucho tiempo, que de otro modo pueden perder aprendiendo información que no les será especialmente útil para su futura carrera y su vida en general.
Sin embargo, la educación no existe simplemente en el vacío, y es importante evaluar su eficacia y si produce los resultados que se esperan de ella. La forma más popular de medir el éxito de una escuela es analizar los resultados de los exámenes de sus alumnos. El rendimiento de los alumnos es un factor esencial para determinar si el plan de estudios actual cumple su propósito de transmitir información a los alumnos de forma comprensible y clara.